
No sobran los antecedentes de jugadores qué brillando en el torneo doméstico, cruzan el Atlántico para llegar a la Premier, superar rápidamente su huella de carbono personal para adaptarse a un rotundo cambio cultural y ponerse a competir con una naturalidad de la que las estadísticas y las crónicas, hablan por sí mismas.
Julián Álvarez, que además de reunir condiciones sobresalientes para este juego, es poseedor de un aura poco frecuente en carisma, pero fundamentalmente, en encontrar cobijo en el lugar y en el momento oportuno para integrarse a distintos procesos que lo llevaron hasta aquí, a estampar sus nombres en todos los trofeos que cualquiera fantasea con levantar, pero que solo tiene espacio para un grupo muy selecto.
Un predestinado, un elegido…
En apenas 2 años, este joven cordobés nacido en Calchín hace 25 años y con el envión anímico de integrar el mejor River de todos los tiempos, hizo cumbre en Doha con la Albiceleste, levantó la Orejona con el City, la Copa América en Estados Unidos y ahora con los Colchoneros de Madrid, pretende repetir algunos platos que ya degustó con los ciudadanos, todo en tiempo récord.
En ese segmentodesde fines del 2022 cuando antes del Mundial fue transferido a Inglaterra, hasta estos primeros partidos con Atlético de Madrid, marco más de 60 goles, incluidos los que anotó con Argentina y tuvo el privilegio de ser dirigido por leyendas como Pep Guardiola y el Cholo Simeone, celebridades criollas como Marcelo Gallardo y este prodigio contemporáneo llamado Lionel Scaloni, todos hacedores de campeones inolvidables.
Hálito, aura o como cada uno quiera describirlo.
Julián, es un jugador de una versatilidad llamativa para el puesto de atacante y esa característica lo ha impuesto en el mercado como a una gema; es esencialmente colectivista en un juego que siempre termina consagrando a los mejores equipos, pero que suele solo premiar a los fenómenos individuales.
Parece haber una saludable mixtura, una atractiva reunión de condiciones entre las cuales está su gran capacidad de adaptación en ambientes atestados de exigencias y de ofertas.
Un viejo adagio popular que suele acompañar también a los deportistas en su apogeo habla del “punto caramelo”, así parece estar Julián Álvarez dulce y crocante para las exigencias que se avecinan en la Liga y con La Scaloneta.