
Parece que fue en otro tiempo más alejado, tal el ritmo que llevamos por el ajetreo del minuto a minuto, pero fue hace pocos meses que Leo Messi y compañía se trepaban al escalón más alto en una competencia internacional; aquí sí, el hábito hace al monje y el mejor jugador de futbol de la era moderna, no solo extiendía su vigencia en el tramo final de su carrera, sino también, su halo de ganador serial, lo entronizaba en ese firmamento.
El rosarino ya no necesita convertirse en héroe en partidos cruciales, diría más, le alcanza con la estela de su inspiración para contagiarlo fuera de un campo de juego, como sucediera en la final de la Copa América en Miami, donde su influencia fue menor y su condición física, aún más precaria, lo obligaron a dejar el partido y sufrirlo como un hincha más.
Hay algo mágico detrás de escena, es indudable.
Termina un año fatigoso en la agenda de La Scaloneta con un sucesión de partidos inédita, el equipo Albiceleste disputo 16 partidos en menos de 10 meses si sumamos Eliminatorias, amistosos y el torneo continental en Estados Unidos, pero en los casos de Julián Álvarez, Nico Otamendi, Thiago Almada y Gerónimo Rulli, la cifra trepa a 20 por la participación en los Juegos Olímpicos de París. Esta estadística que convertí en una pregunta en la Conferencia de Prensa antes del partido frente a Perú en La Bombonera, fue un disparador oportuno para que el entrenador santafesino, desarrollara su teoría de esa vigencia de un equipo que parece siempre tener un esfuerzo mas en la recámara, para entregarse sin quejas ni especulaciones.
Dónde está el secreto? En que punto se apoya la clave de este colectivo incansable? Cuanto más hay para dar en la elite del fútbol mundial? La renovación en ciernes, asegura la permanencia en esa cresta de la ola?
Dilemas que solo el tiempo responderá objetivamente, pero que, puesto a aventurarme periodísticamente digo que, el legado de Ángel Di María y en poco tiempo el del propio Leo Messi, iluminarán los objetivos nutriéndolos con esa motivación que los hechos demuestran como valor agregado, a las mejores intenciones y los talentos de los jugadore por venir.
Cuando nos apoyemos en los primeros minutos del próximo año y hagamos el ejercicio de ponernos en puntas de pie para visualizar mejor el horizonte, ya veremos recortada la figura del mundial 2026 y esto, todavía lejano, nos acercará a paladear de antemano, la proeza de un Messi izando nuevamente, la bandera albiceleste.